





Ventana I
Guilén Errecalde
Las ventanas son puertas imaginarias, umbrales que invitan a volar sin mover los pies. Quien se asoma a ellas no solo mira, sino que imagina; no solo observa, sino que sueña. Son cómplices de los pensamientos que se elevan como pájaros y de las miradas que buscan respuestas en el horizonte. En su transparencia, guardan la promesa de lo posible, de lo que está por venir, y en su opacidad, la protección de lo íntimo. Así, las ventanas son mucho más que un simple hueco en la pared: son ventanas al alma, al mundo y a todo aquello que nos conecta con lo infinito.
Guilén Errecalde
Las ventanas son puertas imaginarias, umbrales que invitan a volar sin mover los pies. Quien se asoma a ellas no solo mira, sino que imagina; no solo observa, sino que sueña. Son cómplices de los pensamientos que se elevan como pájaros y de las miradas que buscan respuestas en el horizonte. En su transparencia, guardan la promesa de lo posible, de lo que está por venir, y en su opacidad, la protección de lo íntimo. Así, las ventanas son mucho más que un simple hueco en la pared: son ventanas al alma, al mundo y a todo aquello que nos conecta con lo infinito.
Guilén Errecalde
Las ventanas son puertas imaginarias, umbrales que invitan a volar sin mover los pies. Quien se asoma a ellas no solo mira, sino que imagina; no solo observa, sino que sueña. Son cómplices de los pensamientos que se elevan como pájaros y de las miradas que buscan respuestas en el horizonte. En su transparencia, guardan la promesa de lo posible, de lo que está por venir, y en su opacidad, la protección de lo íntimo. Así, las ventanas son mucho más que un simple hueco en la pared: son ventanas al alma, al mundo y a todo aquello que nos conecta con lo infinito.
Fotografía impresa en Fine Art
Medida 74 x 54 cm
Enmarcada en madera sólida rosa morada
Cristal museográfico
2016 | Chicago, EU